A TB patient receives a daily injection at National Institute of Diseases of Chest and Hospital Probal Rashid/LightRocket via Getty Images

El camino a un mundo sin tuberculosis

GINEBRA – Cuando Mabruka tenía 18 años, un día llegó a su casa de la escuela y empezó a toser sangre. Se venía sintiendo mal desde hacía unos dos meses, y cuando fue a una clínica de salud, describió síntomas como pérdida de peso, fatiga, dificultad para respirar, fiebre, sudores nocturnos, escalofríos, pérdida de apetito y dolor al respirar y toser. A Mabruka le diagnosticaron tuberculosis (TB) y le prescribieron un régimen diario de 9-10 píldoras. El tratamiento duró seis meses y, durante ese tiempo, no pudo asistir a la escuela.

Increíblemente, la experiencia de Mabruka fue casi la misma que la de cualquiera que contraía TB en los años 1950, cuando se descubrieron los primeros tratamientos. Debido a una falta de innovación terapéutica desde entonces, las malas condiciones de vida y la pobreza generalizada, millones de personas en todo el mundo siguen privadas de su derecho a vivir sin TB.

Más de diez millones de personas contraen la enfermedad cada año. A pesar de ser prevenible y curable, es la principal causa de muerte entre la gente que vive con VIH, y la causa de muerte más común generada por un agente infeccioso en los tiempos modernos.

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