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El golpe revolucionario de Egipto

MADRID – El desarrollo de las revoluciones depende de muchos factores, entre ellos, la estructura socioeconómica de un país, sus tradiciones históricas particulares, y algunas veces el papel de potencias extranjeras. Así pues, nunca se esperó que la primavera árabe fuera un proceso lineal, o la versión de Medio Oriente de las revoluciones democráticas no violentas de Europa Central en 1989. Egipto es un ejemplo pertinente.

La estructura de las revoluciones en sociedades no industrializadas ha incluido casi invariablemente una serie de oleadas revolucionarias y contrarrevolucionarias. El derrocamiento del viejo régimen  a causa de un levantamiento popular es a menudo solo el comienzo de una lucha por controlar el curso de la revolución.

El movimiento no organizado de jóvenes egipcios iracundos que ocuparon la Plaza Tahrir en febrero de 2011 estuvo motivado por dos grandes agravios: décadas de humillación bajo el gobierno autocrático, y una impaciencia general debido a las promesas de una “transición democrática” basada en un proceso tortuoso de reformas que nunca transformaron la estructura de poder subyacente.

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