G20 Protests in Hamburg, 2017

Hacia un nuevo paradigma económico

LAGUNA BEACH – Hace mucho tiempo que la fe de Occidente está puesta en un paradigma económico bien definido y ampliamente aceptado, con aplicaciones en los niveles nacional e internacional. Pero en un contexto de pérdida de confianza en la capacidad de los “expertos” para explicar (ni hablar de predecir) los fenómenos económicos, esa fe se ha deteriorado. Aún no aparece un nuevo paradigma, y la economía mundial enfrenta cada vez más riesgo de una fragmentación que deje todavía más rezagados a países que ya son vulnerables.

El paradigma que hasta hace poco dominó gran parte del pensamiento y la formulación de políticas en el área de la economía se expresa en lo que se denomina Consenso de Washington (un conjunto de diez recetas políticas amplias para los países) y en la búsqueda de la globalización económica y financiera en el nivel internacional. La idea, en síntesis, era que la adopción de mecanismos de precios basados en el mercado y de la desregulación en el plano interno, sumada a la promoción del libre comercio y una relativa libertad de los flujos transfronterizos de capitales, beneficiaría a los países.

Se consideró que profundizar los vínculos económicos y financieros entre los países era el mejor modo de producir avances duraderos, aumentar la eficiencia y la productividad, y mitigar el riesgo de inestabilidad financiera. También se pensó que esta estrategia produciría beneficios secundarios, desde la mejora de la movilidad social interna hasta la reducción del riesgo de conflicto violento entre países. Y traía consigo la promesa de favorecer la convergencia positiva de los países en desarrollo y desarrollados, lo que reduciría la pobreza (absoluta y relativa) y debilitaría el aliciente económico a la migración transfronteriza ilegal.

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