singer213_CARLOS JASSOAFP via Getty Images_climateprotestart Carlos Jasso/AFP via Getty Images

En defensa de los activistas climáticos que atacan obras de arte

MELBOURNE – El pasado mes de julio, dos activistas de “Just Stop Oil” ingresaron a la Galería Nacional de Londres y se dirigieron a La carreta de heno, una pintura icónica de John Constable que muestra la Inglaterra rural de hace 200 años. Después de cubrir el cuadro con una imagen de destrucción ambiental, pegaron sus manos al marco de la pintura y se quedaron en el lugar a la espera de su arresto.

Tres meses más tarde, otro par de activistas fueron a la Galería Nacional y arrojaron sopa de tomate a Los girasoles de Vincent van Gogh. En los Países Bajos, un activista pegó su cabeza a la obra La joven de la perla de Johannes Vermeer, mientras otro vertía algo rojo encima de dicho activista. En Viena, miembros de “Last Generation”, una organización llamada así para señalar que somos la última generación capaz de evitar un cambio climático catastrófico, vertieron un líquido aceitoso negro sobre el cuadro Muerte y vida de Gustav Klimt. Y en Potsdam, otros untaron puré de patatas en Los pajares de Claude Monet.

En todos estos incidentes, los activistas eligieron pinturas protegidas por vidrio, llamando la atención porque son grandes obras de arte, pero no llegaron a dañarlas. En el caso de La carreta de heno, el mensaje que se quiso emitir fue que si no dejamos de usar combustibles fósiles, escenas como la que pintó Constable desaparecerán para siempre.

https://prosyn.org/5xctd2Nes