STANFORD – La política monetaria del Banco Central Europeo ha tenido un cambio peculiar durante la pandemia. Parece que algo que no es la meta de estabilidad de precios guía su estrategia general; esto hace pensar que la institución adoptó un nuevo mandato sin anunciarlo en público.
Desde que comenzó la crisis de la COVID‑19 a esta parte, el BCE logró eliminar la divergencia de costos de endeudamiento entre los estados miembros septentrionales y meridionales de la eurozona, al llevar el diferencial de rendimientos Norte‑Sur a mínimos históricos. Y frente a varias amenazas a la unidad de Europa (desde el gobierno de Donald Trump y el revanchismo del Kremlin con Vladimir Putin hasta una China cada vez más asertiva y el populismo interno) los funcionarios adoptaron en la práctica el «estrechamiento del diferencial» como nuevo mandato.
La presidenta del BCE Christine Lagarde y sus colegas parecen conscientes de que asegurar la unidad y solidaridad de Europa es el objetivo más importante que una institución como el BCE puede perseguir en este momento crítico. Aunque nadie en el banco vaya a admitirlo, es evidente que ahora están empeñados en mantener reducidos los diferenciales.
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At the end of European Communism, there was a widespread, euphoric hope that freedom and democracy would bring a better life; eventually, though, many lost that hope. The problem, under both Communism and the new liberal dispensation, was that those pursuing grand social projects had embraced ideology instead of philosophy.
considers what an Albanian Marxist philosopher can tell us about liberty in today's world.
For the US, Slovakia's general election may produce another unreliable allied government. But instead of turning a blind eye to such allies, as President Joe Biden has been doing with Poland, or confronting them with an uncompromising stance, the US should spearhead efforts to help mend flawed democracies.
reflect on the outcome of Slovakia's general election in the run-up to Poland's decisive vote.
STANFORD – La política monetaria del Banco Central Europeo ha tenido un cambio peculiar durante la pandemia. Parece que algo que no es la meta de estabilidad de precios guía su estrategia general; esto hace pensar que la institución adoptó un nuevo mandato sin anunciarlo en público.
Desde que comenzó la crisis de la COVID‑19 a esta parte, el BCE logró eliminar la divergencia de costos de endeudamiento entre los estados miembros septentrionales y meridionales de la eurozona, al llevar el diferencial de rendimientos Norte‑Sur a mínimos históricos. Y frente a varias amenazas a la unidad de Europa (desde el gobierno de Donald Trump y el revanchismo del Kremlin con Vladimir Putin hasta una China cada vez más asertiva y el populismo interno) los funcionarios adoptaron en la práctica el «estrechamiento del diferencial» como nuevo mandato.
La presidenta del BCE Christine Lagarde y sus colegas parecen conscientes de que asegurar la unidad y solidaridad de Europa es el objetivo más importante que una institución como el BCE puede perseguir en este momento crítico. Aunque nadie en el banco vaya a admitirlo, es evidente que ahora están empeñados en mantener reducidos los diferenciales.
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