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Tres lecciones de la QE en Europa

ZÚRICH – Ya que el Banco Central Europeo recientemente dio por finalizada la expansión cuantitativa (QE), este es un momento propicio para reflexionar sobre el impacto de dicha política. Tres conclusiones se muestran como obvias: las compras de activos por parte del BCE tuvieron importantes beneficios macroeconómicos; los costos políticos de la QE fueron mucho mayores de los que todos esperaban; y, todo el episodio fue verdaderamente terrible para el Bundesbank.

Al reducir el costo de los préstamos bancarios a través de la QE, el BCE incentivó los préstamos a pequeñas empresas y hogares en la eurozona. Eso dio un importante impulso al crecimiento económico, lo que condujo a marcadas caídas en el desempleo y presiones al alza en los costos salariales. Si bien la inflación general aumentó, la inflación subyacente sigue siendo débil, lo que significa que el BCE debe mantener una política monetaria expansiva.

Además, durante la última década, la QE en Europa y en otros lugares ha probado como erróneas varias aseveraciones acerca de las compras de activos por parte de los bancos centrales. La principal es la muy repetida afirmación que indica que las compras a gran escala de bonos del gobierno por parte de un banco central producen, invariablemente, niveles altos de inflación. Las crisis financieras provocan un aumento de la demanda de liquidez, ya que las instituciones financieras se preocupan por la solvencia de otros participantes. Los bancos centrales pueden y deben satisfacer esa demanda al expandir sus balances, debido a que si no lo hacen, puede provocar un colapso en el stock de dinero y una profunda recesión, tal como lo demostró la Reserva Federal de Estados Unidos a principios de la década de 1930.

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