President Donald Trump Mark Wilson/Getty Images

La locura del rey Donald

WASHINGTON, DC – En la capital de Estados Unidos se siente algo parecido al pánico. La conducta del presidente Donald Trump estos últimos días ha sido más extraña que nunca, y una pregunta ronda las mentes de políticos y ciudadanos por igual, aunque pocos la mencionen en voz alta: ¿qué se hace con este hombre? ¿Puede Estados Unidos darse el lujo de esperar a que el fiscal especial Robert Mueller concluya su investigación (suponiendo que hallará que el presidente es culpable de algo)? Eso todavía llevará algún tiempo.

Lo del tiempo es cada vez más apremiante, porque ha aumentado el riesgo de que Estados Unidos acabe metido, por error o deliberadamente, en una guerra con Corea del Norte. Ese riesgo, sumado a la conducta cada vez más peculiar de Trump, tiene a Washington en un nivel de tensión que yo nunca había visto (ni siquiera en los oscuros días del Watergate). Digámoslo sin rodeos: el temor es que un presidente mentalmente desequilibrado pueda llevar a Estados Unidos a una guerra nuclear.

Sólo la semana pasada, las pruebas de la inestabilidad de Trump se acumularon. Durante una ceremonia en la Oficina Oval en honor de excombatientes navajos de la Segunda Guerra Mundial, pronunció un ofensivo comentario racista. Inició una pelea inédita e innecesaria con la primera ministra del Reino Unido (supuestamente el mayor aliado de Estados Unidos) al retuitear comentarios antimusulmanes de un grupo neofascista británico. Para conseguir que una senadora demócrata votara a favor de su proyecto de rebajas impositivas, viajó al estado que representa y dijo mentiras sobre el historial de la senadora (pero el proyecto es tan favorable al 1% de estadounidenses más ricos que ningún senador demócrata lo votó). Y siguió provocando al líder norcoreano, Kim Jong-un, quien parece igual de inestable.

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