Putin el Grande

PARÍS – Un día se podrían erigir monumentos a Vladimir Putin en ciudades rusas, que tendrían la inscripción: “El hombre que recuperó Crimea para la Madre Rusia.” Sin embargo, tal vez también se levantarían monumentos en muchas plazas de ciudades europeas, que aclamarían al presidente ruso como “el padre de la Europa Unida.” En efecto, la rápida acción de la anexión de Crimea ha contribuido más en la armonización de las posturas de los gobiernos europeos sobre Rusia que docenas de reuniones bilaterales y multilaterales.

Hace una semana en Berlín, escuché como las élites francesas y alemanas estaban de acuerdo en cuanto a cómo responder a la agresión rusa a Ucrania. Claro, las palabras no se traducen en hechos. Con todo, gracias a Putin, la Unión Europea puede haber encontrado la narrativa e impulso nuevos que ha estado buscando desde la caída del Muro de Berlín.

Europa realmente necesita ese impulso. Confrontada con el deseo neoimperial de Rusia de revisar el orden pos Guerra Fría en Europa, la UE tiene que hablar con una  sola voz si es que quiere ser vista como fuerte y creíble. Y debe unir su voz a la de los Estados Unidos, así como hizo (casi siempre) durante la Guerra Fría.

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