NUEVA YORK – Hay dos tipos de política exterior: la que se basa en “la ley del más fuerte” y la que se basa en el Estado de Derecho internacional. Estados Unidos quiere tener las dos: estar exento de responder ante el derecho internacional, pero exigir cumplimiento a los otros países. Y en ningún tema esto es tan visible como en la cuestión de las armas nucleares.
La estrategia estadounidense está condenada al fracaso. Como dijo Jesús: “los que tomen la espada, a espada perecerán”. Pero en vez de perecer, es hora de exigir que todos los países, incluidos Estados Unidos y otras potencias nucleares, cumplan las normas internacionales de no proliferación.
Estados Unidos exige que Corea del Norte respete las cláusulas del Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP), y sobre esa base alentó al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas a imponerle sanciones para lograr su desnuclearización. Asimismo, Israel pide sanciones o incluso una guerra contra Irán para evitar que este país desarrolle armas nucleares en infracción del TNP. Pero Estados Unidos viola el TNP descaradamente, y peor aún Israel, que se negó a firmar el tratado y se arroga el derecho a poseer un inmenso arsenal nuclear, obtenido mediante subterfugios, que hasta el día de hoy no reconoce.
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La estrategia estadounidense está condenada al fracaso. Como dijo Jesús: “los que tomen la espada, a espada perecerán”. Pero en vez de perecer, es hora de exigir que todos los países, incluidos Estados Unidos y otras potencias nucleares, cumplan las normas internacionales de no proliferación.
Estados Unidos exige que Corea del Norte respete las cláusulas del Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP), y sobre esa base alentó al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas a imponerle sanciones para lograr su desnuclearización. Asimismo, Israel pide sanciones o incluso una guerra contra Irán para evitar que este país desarrolle armas nucleares en infracción del TNP. Pero Estados Unidos viola el TNP descaradamente, y peor aún Israel, que se negó a firmar el tratado y se arroga el derecho a poseer un inmenso arsenal nuclear, obtenido mediante subterfugios, que hasta el día de hoy no reconoce.
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