A Internally Displaced Congolese child sits on the ground at a camp for IDP JOHN WESSELS/AFP/Getty Images

Un futuro mejor para el Congo

LONDRES – La República Democrática del Congo (RDC) se ha convertido en sinónimo de estado fracasado. Ningún país ha pasado por conflictos más brutales, tenido más gobiernos cleptócratas y corruptos, o dilapidado más riquezas procedentes de recursos naturales. Entrampada en un ciclo de incertidumbre política, recesión económica y violencia en aumento, el desastre humanitario se ha vuelto una forma de vida. Y, sin embargo, un futuro mejor es posible.

En la destartalada escuela primaria de Rubaya, en un pequeño pueblo ubicado en las frondosas y verdes colinas de la provincia de Kivu del Norte, en la frontera con Ruanda, se puede tener un atisbo de esa posibilidad. Los niños se sientan con atención en aulas atestadas, sus rostros llenos de entusiasmo, ambición y esperanza. Dorothy Gakoti, de 13 años, quiere ser enfermera. “Si me va bien en la escuela, puedo tener mejores oportunidades en la vida, y ayudar a mi familia y comunidad”, afirma.

No obstante, la RDC (incluida Kivu del Norte) sigue enfrentada a muchos desafíos. Decenas de grupos étnicos armados consideran a las poblaciones locales presas legítimas. La violencia sexual, que a menudo se ceba en niñas jóvenes, es tan endémica como subreportada. Cerca de 4,5 millones de niños están desnutridos, casi la mitad de gravedad. Menos de la mitad de los que contraen enfermedades potencialmente letales como neumonía y malaria reciben tratamiento.

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