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El desastre llama dos veces

BERKELEY – El mundo enfrenta dos desastres que duplican la gravedad de la crisis de la COVID‑19. El primero es la difusión de la variante delta, dos veces más contagiosa y entre 1,5 y 2 veces más letal que el coronavirus original. El segundo desastre es que los gobiernos del Norte Global no comprometieron recursos para aumentar la producción de vacunas hasta la escala necesaria para inmunizar a la población del mundo antes de que termine el año. Para peor, toda demora aumenta la probabilidad de que la inmunidad conferida por las vacunas y por contagios anteriores comience a debilitarse.

En vista de estos problemas, es demasiado pronto para empezar a hablar de la economía mundial «pospandemia». La salud pública debe seguir siendo la prioridad principal. En cuanto a la economía, el acento debe estar puesto en mantener andando el motor económico básico y evitar un aumento masivo de la pobreza. Con la variante delta aún descontrolada, hay que posponer los intentos de volver a una «normalidad» de las economías con pleno empleo hasta que hayamos conseguido una combinación de inmunidad colectiva adquirida y por vacunación.

Al fin y al cabo, como no sabemos en qué situación estará la economía mundial dentro de seis meses, tampoco sabemos qué políticas serán las más adecuadas para impulsar una recuperación fluida y sostenible. Por eso mismo hay que rechazar las propuestas que hablan de «enfriar» la economía mundial para evitar una incierta espiral inflacionaria o un regreso al «vigilantismo» en los mercados de bonos. A la variante delta no hay que responderle con enfriamiento, sino todo lo contrario.

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