

Many argue that the combined effects of the 2008 global financial crisis, the COVID-19 pandemic, Sino-American decoupling, and Russia’s war against Ukraine have dealt an irreversible blow to three decades of open trade and burgeoning supply chains. How should policymakers and businesses respond to the apparent demise of globalization, and what new paradigm might replace it?
LONDRES – Soy parte de una generación afortunada. Nacido en el Reino Unido en 1944, hacia el final de una guerra mundial que mató entre 70 y 85 millones de personas, no sufrí bombardeos ni tuve que combatir en ningún campo de batalla.
Crecí en un país y en un continente que estaban en paz, y que podían por tanto disfrutar los beneficios económicos de una cooperación transfronteriza nunca antes vista. Occidente rechazó la amenaza militar de la Unión Soviética sin guerras, lo que liberó a su imperio europeo para que pudiera unirse al resto de un continente libre.
En particular, Europa y otras partes del mundo contaron con el liderazgo de un Estados Unidos económica y militarmente poderoso. Y su poder duro no era tan importante como el poder de las ideas que abrazó, ejemplificó y exportó. Estados Unidos no fue perfecto, y cometió errores. Pero en general, dio un extraordinario ejemplo de generosidad y demostró las posibilidades ilimitadas de la libertad ordenada.
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