PRINCETON – Durante una pandemia, la información precisa puede ser una cuestión de vida o muerte. Las personas necesitan información fidedigna sobre el impacto de la enfermedad y la amenaza que representa para su ciudad, comunidad o vecindario. La preocupación apremiante de la mayoría de los ciudadanos no es si su país está en la macro-trayectoria correcta con respecto al virus, sino si su tienda local de comestibles está practicando una higiene adecuada y aplicando medidas de distanciamiento social.
Una de las muchas tragedias de la pandemia COVID-19 es que se produce en una época en la que en muchos países los medios de comunicación locales han sido diezmados, y en un momento en el que líderes autoritarios, como por ejemplo el presidente de Estados Unidos Donald Trump, el primer ministro húngaro Viktor Orbán y el primer ministro de la India Narendra Modi han estado librando una guerra sin cuartel contra el periodismo independiente. En una reciente conferencia de prensa diaria, Trump acusó a un reportero de dar “noticias falsas”, y luego sugerió que inyectar desinfectantes domésticos podría ser eficaz contra el coronavirus.
El meollo del problema es que las noticias locales, en especial, se han visto gravemente perturbadas por una reestructuración más amplia de la economía a lo largo de las dos últimas décadas. Históricamente, la publicidad fue la que sustentaba al periodismo serio. Como señaló Clay Shirky de la Universidad de Nueva York en una crónica publicada en el año 2009, independientemente de que a Wal-Mart le hubiese interesado o no las noticias provenientes de Irak, de todas formas esta cadena subvencionó las salas de prensa que los periódicos mantenían en Bagdad.
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For decades, US policymakers have preferred piecemeal tactical actions, while the Chinese government has consistently taken a more strategic approach. This mismatch is the reason why Huawei, to the shock of sanctions-focused American officials, was able to make a processor breakthrough in its flagship smartphone.
warns that short-termism will never be enough to offset the long-term benefits of strategic thinking.
With a democratic recession underway in many countries, one now commonly hears talk of democratic “backsliding” on a global scale. But not only is that term misleading; it also breeds fatalism, diverting our attention from potential paths out of the new authoritarianism.
thinks the language commonly used to describe the shift toward authoritarianism is hampering solutions.
Ashoka Mody
explains the roots of the lack of accountability in India, highlights shortcomings in human capital and gender equality, casts doubt on the country’s ability to assume a Chinese-style role in manufacturing, and more.
PRINCETON – Durante una pandemia, la información precisa puede ser una cuestión de vida o muerte. Las personas necesitan información fidedigna sobre el impacto de la enfermedad y la amenaza que representa para su ciudad, comunidad o vecindario. La preocupación apremiante de la mayoría de los ciudadanos no es si su país está en la macro-trayectoria correcta con respecto al virus, sino si su tienda local de comestibles está practicando una higiene adecuada y aplicando medidas de distanciamiento social.
Una de las muchas tragedias de la pandemia COVID-19 es que se produce en una época en la que en muchos países los medios de comunicación locales han sido diezmados, y en un momento en el que líderes autoritarios, como por ejemplo el presidente de Estados Unidos Donald Trump, el primer ministro húngaro Viktor Orbán y el primer ministro de la India Narendra Modi han estado librando una guerra sin cuartel contra el periodismo independiente. En una reciente conferencia de prensa diaria, Trump acusó a un reportero de dar “noticias falsas”, y luego sugerió que inyectar desinfectantes domésticos podría ser eficaz contra el coronavirus.
El meollo del problema es que las noticias locales, en especial, se han visto gravemente perturbadas por una reestructuración más amplia de la economía a lo largo de las dos últimas décadas. Históricamente, la publicidad fue la que sustentaba al periodismo serio. Como señaló Clay Shirky de la Universidad de Nueva York en una crónica publicada en el año 2009, independientemente de que a Wal-Mart le hubiese interesado o no las noticias provenientes de Irak, de todas formas esta cadena subvencionó las salas de prensa que los periódicos mantenían en Bagdad.
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