La crisis autoinfligida de Erdoğan

PRINCETON – La dramática batalla entre el Partido Justicia y Desarrollo (AKP) gobernante en Turquía y su antiguo aliado, el movimiento religioso Hizmet, encabezado por el clérigo exiliado Fethulah Gülen, ha empezado a revelar las violaciones del Estado de derecho en gran escala que esos dos grupos cometieron para consolidar su poder. Fiscales a los que se considera de forma generalizada simpatizantes de Gülen han lanzado una investigación muy amplia sobre la corrupción que hasta ahora ha afectado a cuatro ministros y ha llegado hasta el hijo del Primer Ministro, Recep Tayyip Erdoğan.

Ahora Erdoğan y sus asesores han contraatacado. Acusan a los gülenistas de montar un “golpe burocrático” y recurrir a una gran diversidad de sucias artimañas: desde “colocar pruebas” contra generales que fueron condenados el año pasado por conspirar para derribar a Erdoğan hasta hacer “numerosas escuchas telefónicas”.

Ahora se reconoce de forma generalizada lo que de verdad fueron los transcendentales juicios de los supuestos conspiradores para el golpe militar: cazas de brujas basadas en pruebas que en el mejor de los casos eran muy endebles y en muchos casos pura y simplemente fabricadas. Los juicios fueron orquestados por policía, fiscales y medios de comunicación gülenistas, pero contaron con el decisivo apoyo del gobierno de Erdoğan, que los respaldó con todo su peso. El intento actual por parte del bando de Erdoğan de lavarse las manos respecto de dichos juicios y culpar de ellos enteramente a los gülenistas es insincera, por no decir algo peor.

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