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Malgastar la credibilidad económica

STANFORD – Lejos están los tiempos en que los políticos consideraban la credibilidad su activo más preciado. De presidentes y primeros ministros para abajo, los autores de la política económica han ingresado a un territorio que excede el ámbito familiar de la exageración política, y están cada vez más desconectados de la idea que tienen los votantes de la realidad.

Este fenómeno admite una multitud de explicaciones. En primer lugar, el ambiente comunicativo actual favorece los enunciados extremos, más que el análisis frío, desapasionado y con base empírica. En una sociedad polarizada, a los políticos les interesa más reafirmar el apoyo de sus simpatizantes más radicales que proponer moderación o la búsqueda de términos medios.

En segundo lugar, a veces se hacen pronósticos que resultan muy errados. Hablar de «inflación transitoria» era razonable al principio, pero con el correr de los meses se fue volviendo cada vez más discutible, lo que se debe en parte a que el significado del término no es el mismo para el común de la gente que para los economistas. Para el votante medio, transitorio es algo que se irá en poco tiempo; y esta descripción no se corresponde con un problema que no sólo persistió sino que empeoró. El famoso beisbolista estadounidense Yogi Berra observó cierta vez que hacer predicciones es muy difícil, sobre todo cuando se trata del futuro. E incluso una descripción de las condiciones actuales puede terminar mal, ya que a veces los datos económicos se deben someter a revisiones sustanciales.

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