Robert Skidelsky, a member of the British House of Lords and Professor Emeritus of Political Economy at Warwick University, was a non-executive director of the private Russian oil company PJSC Russneft from 2016 to 2021. The author of a three-volume biography of John Maynard Keynes, he began his political career in the Labour party, became the Conservative Party’s spokesman for Treasury affairs in the House of Lords, and was eventually forced out of the Conservative Party for his opposition to NATO’s intervention in Kosovo in 1999.
LONDRES – Algo extraordinario ha sucedido con las políticas macroeconómicas. En parte debido al impacto del COVID-19, la antigua ortodoxia se ha transformado en una nueva ortodoxia –pero sin que nadie reconozca las implicancias del cambio o que haya habido problemas con la convención previa.
En una entrevista reciente, por ejemplo, el ex subdirector del Banco de Inglaterra (BOE) Paul Tucker dijo que “la política monetaria ahora debería ser relegada a segundo plano detrás de la política fiscal”. Otros banqueros centrales, mandarines del Ministerio de Finanzas y funcionarios de la OCDE y del Fondo Monetario Internacional están diciendo más o menos lo mismo.
Lo que nuestros paladines financieros nunca, o sólo rara vez, reconocen es lo equivocados que estuvieron en el pasado. El Financial Times fue el que llegó más lejos con su reciente confesión débil de que los recortes del gasto que defendió en 2010 “pueden haber tenido un impacto negativo mayor de lo esperado”. Esto es lo más cercano a un mea culpa que podamos esperar de esta ciudadela del establishment financiero, y no está ni cerca de captar la magnitud de la ruptura con la teoría de política macroeconómica que prevalecía hace apenas unos años.
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