LAGUNA BEACH – Luego de haber sido abofeteado por dos grandes sacudidas en los últimos diez años, el cableado sumamente interconectado de la economía global está sufriendo una tercera crisis por culpa de la pandemia del COVID-19. La globalización así enfrenta una situación de tres golpes fallidos con el bate y afuera, lo que bien podría resultar en una desvinculación gradual pero bastante prolongada del comercio y la inversión, agudizando los vientos de frente seculares que ya enfrenta la economía global.
Los llamados a retomar el actual proceso de globalización casi con certeza caerán en oídos sordos –particularmente porque esta última sacudida será manejada simultáneamente por los gobiernos, las empresas y los hogares en los países desarrollados-. Quienes quieran preservar la globalización en el más largo plazo, en cambio, harían mejor en concentrarse en minimizar la alteración causada por el período inminente de desglobalización y sentar las bases para un proceso más sustentable de ahí en adelante.
Por empezar, ya resulta claro que muchas empresas buscarán alcanzar un equilibrio más adverso al riesgo entre eficiencia y resiliencia en tanto vayan saliendo de la dañina sacudida pandémica. El romance de varias décadas del mundo corporativo con las cadenas de suministro globales costo-eficientes y la gestión de inventario justo a tiempo dará lugar a una estrategia más localizada que implique repatriar ciertas actividades.
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Rather than reducing concentrated market power through “disruption” or “creative destruction,” technological innovation historically has only added to the problem, by awarding monopolies to just one or a few dominant firms. Moreover, market forces offer no remedy to the problem; only public policy can provide that.
shows that technological change leads not to disruption, but to deeper, more enduring forms of market power.
The passing of America’s preeminent foreign-policy thinker and practitioner marks the end of an era. Throughout his long and extraordinarily influential career, Henry Kissinger built a legacy that Americans would be wise to heed in this new era of great-power politics and global disarray.
reviews the life and career of America’s preeminent foreign-policy scholar-practitioner.
LAGUNA BEACH – Luego de haber sido abofeteado por dos grandes sacudidas en los últimos diez años, el cableado sumamente interconectado de la economía global está sufriendo una tercera crisis por culpa de la pandemia del COVID-19. La globalización así enfrenta una situación de tres golpes fallidos con el bate y afuera, lo que bien podría resultar en una desvinculación gradual pero bastante prolongada del comercio y la inversión, agudizando los vientos de frente seculares que ya enfrenta la economía global.
Los llamados a retomar el actual proceso de globalización casi con certeza caerán en oídos sordos –particularmente porque esta última sacudida será manejada simultáneamente por los gobiernos, las empresas y los hogares en los países desarrollados-. Quienes quieran preservar la globalización en el más largo plazo, en cambio, harían mejor en concentrarse en minimizar la alteración causada por el período inminente de desglobalización y sentar las bases para un proceso más sustentable de ahí en adelante.
Por empezar, ya resulta claro que muchas empresas buscarán alcanzar un equilibrio más adverso al riesgo entre eficiencia y resiliencia en tanto vayan saliendo de la dañina sacudida pandémica. El romance de varias décadas del mundo corporativo con las cadenas de suministro globales costo-eficientes y la gestión de inventario justo a tiempo dará lugar a una estrategia más localizada que implique repatriar ciertas actividades.
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