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La Gran Reasignación

BASILEA – En los primeros meses de la crisis de la covid-19 —la fase aguda—, el principal efecto económico fue una contracción de la liquidez, que los gobiernos contrarrestaron con agresivos estímulos monetarios y fiscales. Pero ahora que la pandemia se ha prolongado, la crisis está entrando en una nueva fase marcada por riesgos de solvencia notablemente más elevados para las empresas. Las autoridades se enfrentan a un dilema: ¿cómo pueden respaldar a las empresas que lo necesitan sin sostener a aquellas que no son viables?

Sin duda, las medidas de emergencia aplicadas en un primer momento lograron todo lo que razonablemente cabía esperar, si no más. En su mayoría, las empresas han seguido siendo solventes, y se han protegido empleos y salarios, con menos quiebras corporativas en el primer semestre de 2020 que en los cinco años previos.

Ahora mismo, los indicadores del mercado sugieren que los inversores esperan que los incumplimientos y las insolvencias continúen a niveles bajos. Pero es posible que estén siendo excesivamente optimistas. Históricamente, es habitual que se produzca una demora entre la caída del crecimiento del PIB y el aumento de las quiebras y el desempleo, que suelen tocar techo un año después del choque inicial y permanecer altos durante dos años más.

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