MADRID – Por alguna combinación de cruel ironía y notable presciencia, el tema de la 58.ª edición de la Bienal de Arte de Venecia el año pasado fue May You Live in Interesting Times (ojalá vivas en tiempos interesantes). Con esta frase, supuestamente traducción de una vieja maldición china, se buscaba destacar la precariedad de la vida en esta era peligrosa e incierta. Una realidad que es imposible ignorar ahora que la pandemia de COVID‑19 hace estragos en todo el mundo y no se ve por ninguna parte un liderazgo global creíble.
Venecia siempre ha sido un monumento al ingenio humano. Situada en el más improbable de los lugares, alcanzó prominencia como un centro comercial y económico, sostenido por las instituciones en que se basó la primera era de globalización. Fue pues un preanuncio del internacionalismo liberal, y sigue siendo un símbolo de la razón, de los valores humanos y de logros artísticos asombrosos.
Hoy Venecia, como la mayor parte de Europa, está vacía. Encima, los valores y posibilidades que representa no se ven por ningún lado, ni en el continente ni fuera de él. En cambio, el mundo está aparentemente a merced de Estados Unidos y China, que parecen más interesados en seguir su competencia de grandes potencias que en resolver la crisis de la COVID‑19.
MADRID – Por alguna combinación de cruel ironía y notable presciencia, el tema de la 58.ª edición de la Bienal de Arte de Venecia el año pasado fue May You Live in Interesting Times (ojalá vivas en tiempos interesantes). Con esta frase, supuestamente traducción de una vieja maldición china, se buscaba destacar la precariedad de la vida en esta era peligrosa e incierta. Una realidad que es imposible ignorar ahora que la pandemia de COVID‑19 hace estragos en todo el mundo y no se ve por ninguna parte un liderazgo global creíble.
Venecia siempre ha sido un monumento al ingenio humano. Situada en el más improbable de los lugares, alcanzó prominencia como un centro comercial y económico, sostenido por las instituciones en que se basó la primera era de globalización. Fue pues un preanuncio del internacionalismo liberal, y sigue siendo un símbolo de la razón, de los valores humanos y de logros artísticos asombrosos.
Hoy Venecia, como la mayor parte de Europa, está vacía. Encima, los valores y posibilidades que representa no se ven por ningún lado, ni en el continente ni fuera de él. En cambio, el mundo está aparentemente a merced de Estados Unidos y China, que parecen más interesados en seguir su competencia de grandes potencias que en resolver la crisis de la COVID‑19.