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El regalo legal que sigue siendo una estafa

NUEVA YORK – La temporada de compras de Navidad ya llegó. Más allá de si uno es creyente o no, es casi imposible resistir la tentación de comprar y hacer regalos en esta época del año. Pero quienes más regalan son criaturas inanimadas sin ninguna capacidad para creer en nada. No me estoy refiriendo a la inteligencia artificial, sino a las personas jurídicas conocidas como corporaciones ordinarias.

Las corporaciones actualmente están repartiendo millones, si no miles de millones, de dólares en regalos de fin de año. En el sector financiero, los bonos subieron 20-35% comparado con el año pasado, lo que representa un carrusel que pone varios cientos de miles de dólares, en promedio, en los bolsillos de todos los receptores. Sin embargo, si bien la cantidad de estos regalos es sustancial, el mayor regalo que una corporación puede hacer es legal. Al garantizar un nuevo estatuto corporativo, las empresas pueden regalarles a sus inversores todo lo que figura en sus listas de deseos.

Royal Dutch Shell es la última corporación que llegó a los titulares por regalarles un nuevo estatuto a sus accionistas, al trasladar su casa matriz de La Haya a Londres. La compañía echará por la borda su título real a cambio del efectivo extra para sus accionistas. Otras dos corporaciones holandesas, Unilever y RELX (Elsevier), ya han tomado medidas similares. Y, en términos más generales, muchas transacciones de fusiones son, de hecho, operaciones mal disimuladas destinadas a recoger los beneficios de un orden jurídico diferente.

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