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El coronavirus y la visión mundial de Xi Jinping

MÚNICH – La crisis del coronavirus representa el mayor desafío para Xi Jinping desde que se convirtió en secretario general del Partido Comunista Chino (PCC) en 2012. Los individuos y las familias en toda China viven con miedo. Varias provincias chinas están prácticamente bloqueadas. El virus ha hecho que sectores importantes de la economía se hayan detenido por completo, en tanto las empresas dan instrucciones a sus empleados de trabajar desde su casa. Desde un punto de vista político, el juego de culpas rebota entre las autoridades locales en Wuhan, el epicentro del brote, y el gobierno central en Beijing. Ambos bandos son conscientes del principio eterno de la política china: cuando estalla un desastre, alguien visiblemente debe pagar el precio.

El mundo en general debería mostrar compasión y expresar solidaridad con el sufrido pueblo chino. Estos son tiempos difíciles y el racismo implícito (y a veces explícito) en muchas respuestas al pueblo chino en todo el mundo me lleva a preguntar cuán lejos hemos llegado como familia humana. Demasiadas personas más allá de las costas de China parecen haber olvidado otro principio eterno: “Ningún hombre es una isla/completa en sí mismo”.

Xi ejerce un poder político casi absoluto sobre el estado marxista-leninista de China. Podría decirse que sólo un régimen autoritario podría haber implementado los métodos draconianos que empleó China en su intento por controlar el virus desde enero. Sólo el tiempo dirá cuán efectivas, en definitiva, resultan estas medidas. Sin embargo, lo que es cierto es que la crisis, una vez resuelta, no cambiará la manera en que China es gobernada en el futuro.

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