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La manera correcta de regular los daños digitales

WASHINGTON – Como demuestra la reciente Ley de Servicios Digitales de la Comisión Europea, los legisladores en todo el mundo están haciendo esfuerzos, por buenas razones, para combatir el extremismo, la desinformación y la manipulación que han consumido el ecosistema digital, distorsionado el discurso público y profundizado la polarización en los últimos años. Pero sus esfuerzos conllevan riesgos. De la misma manera que las reglas que gobiernan los dominios online pueden fomentar la democracia promoviendo un debate inclusivo e informado, también se puede abusar de ellas para coartar la libertad de expresión.

Afortunadamente, el derecho internacional de los derechos humanos ofrece un conjunto de principios que pueden orientar la regulación de manera tal que se ocupe del contenido tóxico promoviendo a la vez la libertad de expresión. Para ayudar a iluminar este proceso, nuestra organización, la Iniciativa de Red Global (GNI por su sigla en inglés), recientemente reunió a expertos de toda la industria y de la comunidad de derechos humanos para examinar decenas de iniciativas de regulación de contenido en más de una docena de países y ofrecer recomendaciones relevantes.

El primer principio de derechos humanos que se debe aplicar es la “legalidad”, que destaca la necesidad de definiciones claras adoptadas mediante procesos democráticos. Esas definiciones no existen en Tanzania, por ejemplo, que por el contrario tiene reglas que prohíben el contenido online que “provoca molestia”, entre otros daños ambiguos. Si no está claro qué contenido se permite y cuál no, los gobiernos intentan maximizar su poder de restricción de la libre expresión; los usuarios no pueden saber qué constituye una conducta lícita; y las cortes y las empresas se esfuerzan por aplicar las reglas de manera justa.

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