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La necesidad de enfrentar la nueva guerra híbrida del Kremlin en Europa

ESTOCOLMO – A medida que llega el invierno, el Kremlin sigue instigando discordias en Europa. Entre sus maquinaciones más recientes se encuentran una guerra del gas contra los países centroeuropeos y del este, una crisis migratoria a lo largo de la frontera entre Bielorrusia y Lituania, Letonia y Polonia, el regreso a la movilización militar en la frontera este de Ucrania, y la agitación por la secesión de Serbia con respecto a Bosnia y Herzegovina.

Aunque esta campaña tiene varios objetivos, posee un hilo común: el deseo del Kremlin de dividir y debilitar la Unión Europea. Eso significa lograr la aprobación de Alemania para el gasoducto Nord Stream 2 lo antes posible, perturbar el mercado europeo del gas con vistas a retornar a los contratos de largo plazo al estilo soviético, con los precios del gas ligados a los del petróleo, debilitar a Ucrania y obligar a Moldavia a abandonar su Acuerdo de Asociación Europea y, en su lugar, unirse a la Unión Económica Eurasiática de Rusia.

El Kremlin tiende a hacer pruebas para ver qué puede conseguir antes de golpear fuerte cuando surja la oportunidad. Ante ello, Occidente (Estados Unidos, la Unión Europea y el Reino Unido) deberá actuar rápido para atajar lo que sea que venga a continuación. El peor error que se puede cometer ante Rusia es responder a sus provocaciones sin hacer nada, o reaccionar con suavidad o demasiada lentitud. Como plantea Keir Giles de Chatham House, Occidente debe reconocer “que no se puede evitar la confrontación con Rusia, porque ya está ocurriendo”. La historia muestra que “Rusia respeta la fortaleza y desprecia la avenencia y la búsqueda de acuerdos”.

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