Coexistencia o inexistencia

Ahora que se está apagando –o al menos eso espero– el conflicto sobre las caricaturas en las que se representaba al profeta Mahoma está claro que los únicos vencedores son los extremistas... en el mundo islámico y en Europa.

Lamento que la controversia se iniciara en mi país, cuando un periódico decidió publicar las caricaturas para demostrar ingenuamente la libertad de expresión. Ocurrió el pasado otoño y en aquella época me opuse en público al que califiqué de acto falto de sensibilidad, porque hería los sentimientos religiosos de otros. También fue una provocación innecesaria y constituyó, a su vez, una caricatura de nuestra preciada libertad de expresión, garantizada en nuestra Constitución. Como decía mi padre (ex periodista): la libertad de expresión brinda el derecho a decir lo que pienses, pero, ¡no es obligatorio hacerlo!

Cuando estalló la controversia hace unas semanas, se echó mucha leña al fuego. Circularon muchas historias incorrectas: falsos rumores de que se había quemado el Sagrado Corán en manifestaciones, información falsa sobre la situación jurídica del Islam en Dinamarca, traducciones incorrectas de lo que había dicho nuestra Reina, etcétera. Con ello aumentó la irritación, que propició la quema de embajadas y amenazas de violencia.

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