BOSTON – La crisis de la COVID-19 ha paralizado las economías en todo el mundo. Grandes sectores manufactureros quedaron sin trabajo y las puertas de otras industrias, como la aviación y el turismo, están prácticamente cerrados. En medio de la debacle económica, hay quienes señalan un lado positivo: el aire está más limpio. Pero, si bien es cierto que la menor contaminación del aire actual mejorará temporalmente la salud de algunas personas, también lo es que el viento es mucho más calmo en el ojo del huracán.
El año pasado, aproximadamente seis millones de personas en el mundo murieron debido a la contaminación ambiental generada por la combustión de hidrocarburos. Esa contaminación probablemente genere la misma cantidad de muertes en 2020, a pesar de que el aire está más limpio gracias a los confinamientos por la COVID-19. La contaminación por la combustión de hidrocarburos causa ataques cardíacos, derrames cerebrales, cáncer de pulmón y diabetes. Los niños que respiran aire contaminado tienen más probabilidades de sufrir asma. Y el aire contaminado también puede dañar a las mujeres embarazadas y tener como consecuencia niños prematuros o por debajo del peso apropiado.
Pero podemos reducir este creciente impacto sobre nuestra salud. Cuando nuestras economías vuelvan a ponerse en marcha, una vez que pase la amenaza de la COVID-19, debemos implementar soluciones climáticas que no solo prevengan los daños que causa la contaminación del aire, sino que además tal vez prevengan la próxima pandemia.
With equity markets reaching new heights at a time of rising income and wealth inequality, it should be obvious that today's market mania will end in tears, reproducing the economic injustices of the 2008 crash. For all of the talk of supporting households, it is Main Street that will suffer most when the music stops.
worries that the US recovery is heading for another bout of market mania that will leave Main Street worse off.
Both supporters and critics of US President Joe Biden’s $1.9 trillion stimulus plan assume that there is a dollar amount that is just right. In fact, no such figure exists: every possible stimulus size is simultaneously too little and too big.
shows why there is no longer any amount of additional US fiscal spending that is just right.
BOSTON – La crisis de la COVID-19 ha paralizado las economías en todo el mundo. Grandes sectores manufactureros quedaron sin trabajo y las puertas de otras industrias, como la aviación y el turismo, están prácticamente cerrados. En medio de la debacle económica, hay quienes señalan un lado positivo: el aire está más limpio. Pero, si bien es cierto que la menor contaminación del aire actual mejorará temporalmente la salud de algunas personas, también lo es que el viento es mucho más calmo en el ojo del huracán.
El año pasado, aproximadamente seis millones de personas en el mundo murieron debido a la contaminación ambiental generada por la combustión de hidrocarburos. Esa contaminación probablemente genere la misma cantidad de muertes en 2020, a pesar de que el aire está más limpio gracias a los confinamientos por la COVID-19. La contaminación por la combustión de hidrocarburos causa ataques cardíacos, derrames cerebrales, cáncer de pulmón y diabetes. Los niños que respiran aire contaminado tienen más probabilidades de sufrir asma. Y el aire contaminado también puede dañar a las mujeres embarazadas y tener como consecuencia niños prematuros o por debajo del peso apropiado.
Pero podemos reducir este creciente impacto sobre nuestra salud. Cuando nuestras economías vuelvan a ponerse en marcha, una vez que pase la amenaza de la COVID-19, debemos implementar soluciones climáticas que no solo prevengan los daños que causa la contaminación del aire, sino que además tal vez prevengan la próxima pandemia.
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