

Though Polish voters in October ousted their right-wing populist government, recent elections in Slovakia and the Netherlands show that populism remains as malign and potent a political force as ever in Europe. But these outcomes also hold important lessons for the United States, where the specter of Donald Trump’s return to the White House haunts the runup to the 2024 presidential election.
KUALA LUMPUR – El nivel de tensión entre Estados Unidos y China ha llegado a un nivel tal que el G7, liderado por EE.UU., cambió recientemente su objetivo en las relaciones con China desde “disociar” a “rebajar el riesgo”. Pero la realidad es que la reducción del riesgo, al igual que la disociación, requiere la participación de ambas partes y un temario en común. Y, aunque puede que el objetivo de la reducción del riesgo sea claro, su sustancia no lo es, más allá de mantener abiertos los canales de comunicación.
El primer paso hacia un diálogo productivo es reconocer que la interacción entre tres tipos de competencia -comercio, tecnología y geopolítica- está tras el aumento de las tensiones sinoestadounidenses. Para detener el círculo vicioso, es necesario desasociarlos y, en la medida de lo posible, mantener separados los instrumentos de política que se usan para cada segmento.
Por ejemplo, el uso de la política comercial como arma para abordar asuntos de seguridad nacional no ha hecho más que reducir los beneficios mutuos de la relación económica sin por ello aliviar las tensiones geoestratégicas. China prohibió las exportaciones de metales raros a Japón en 2010 por una disputa territorial y en 2020 restringió una gama de importaciones de Australia después de que este país llamara a realizar una investigación independiente sobre los orígenes del COVID-19. Esta represalia acabó siendo ineficaz.
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