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La capacidad de recuperación económica china

SHANGHÁI – Los confinamientos y cierres de fronteras generalizados para combatir la pandemia de la COVID-19 han interrumpido las cadenas de aprovisionamiento mundiales y paralizado en gran medida la economía del planeta. Sin embargo, la verdadera debilidad de la economía mundial actual no es la vulnerabilidad de sus redes de producción globalizadas, sino que las actitudes frente a la globalización —y a China en particular— se han avinagrado.

El temor a la creciente influencia económica de China incide en las decisiones sobre comercio exterior e inversión en estos días, no solo en Estados Unidos. La preocupación por el grado en que la producción manufacturera mundial depende de China generó llamados a repatriar la producción y eliminar a ese país de las cadenas de aprovisionamiento mundiales. EE. UU. amenaza incluso con asfixiar a la economía china a través de la desconexión tecnológica.

Pero quienes critican a China se equivocan al suponer que su sostenido crecimiento económico depende casi totalmente de la continuidad del sistema mundial de libre comercio y el acceso a la tecnología occidental. Aunque China es indudablemente un productor manufacturero mundial importante, el verdadero motor de su desempeño económico durante la última década ha sido el rápido crecimiento de su enorme poder adquisitivo e inversiones en activos fijos, incluidas aquellas en el pujante sector tecnológico del país.

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