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El retroceso de las cadenas de valor globales

LONDRES – China lleva más de una década expuesta al riesgo de quedar atrapada en un nivel de ingresos menor al de los países desarrollados (la «trampa de los ingresos medios»). Pero su economía ha hecho grandes avances hacia la eliminación de ese temor: su crecimiento ha sido más veloz, y más basado en la innovación, que en la mayoría de los otros países de ingresos medios. Aun así, un aspecto clave de su modelo de crecimiento (la integración de su economía con las cadenas de valor globales) enfrenta dificultades en varios frentes. La respuesta china a este desafío definirá la velocidad y naturaleza del crecimiento económico en China y en todo el mundo.

Hasta la crisis financiera de 2008, las cadenas de valor globales mostraron una veloz expansión, llegando a representar un 70% del comercio internacional. Pero desde entonces, las CVG se estancaron y perdieron algo de su importancia. En su mayor parte, el motor de este cambio fue China, que redujo en gran medida su uso de insumos extranjeros (mediante un incremento de la producción local de esos insumos) y aumentó la exportación de bienes intermedios.

Esto llevó a que Asia, que hasta entonces era un importante proveedor de bienes intermedios a China, hoy represente una proporción menor de las CVG que antes. Al mismo tiempo, hubo un aumento de la dependencia europea respecto de China, en detrimento de las cadenas de valor dentro de Europa. Y Estados Unidos absorbió una parte del aumento de las exportaciones chinas de bienes intermedios y redujo su participación en las CVG. El efecto neto de todo lo antedicho, como señala Alicia García‑Herrero (de Bruegel), es que China se ha vuelto menos dependiente del mundo, mientras que el mundo se ha vuelto más dependiente de China.

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