China's President Xi Jinping  and US President Donald Trump Artyom Ivanov\TASS via Getty Images

China vista desde una torre de cristal

NEW HAVEN – La eliminación de la constitución china de la cláusula que limita a los presidentes a dos mandatos de 5 años resultó una sorpresa para muchos. Para China, la institucionalización de la sucesión del liderazgo era uno de los legados más importantes de Deng Xiaoping, que marcó el fin de la inestabilidad desgarradora del caótico culto al liderazgo de Mao Zedong. Para Occidente, el límite de los mandatos era un puente ideológico que conducía a un camino de compromiso. ¿Acaso su abolición puede ser el punto de inflexión para una relación sino-norteamericana ya precaria?

Empecemos por China y qué significa la medida para su futuro. Para determinar qué cambiará con un marco diferente para la sucesión del liderazgo, es importante surcar la retórica opaca de las autoridades -la transición de una "sociedad moderadamente acomodada" a una "nueva era"- y sondear su estrategia de desarrollo básica.

Si bien todo es posible, y siempre existe el riesgo de equivocarse, mi apuesta es a que China va a mantener su curso actual. Con sucesión o sin ella, no puede haber una vuelta atrás de una transición que ha llevado a un país en desarrollo grande y pobre al borde de la prosperidad como una economía moderna de altos ingresos.

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