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China debe unirse al Club de París

BISHKEK – Nunca hubo en el mundo tanta deuda como hoy. Con tipos de interés tan bajos por tanto tiempo, quien podía endeudarse, lo hizo. Pero a pesar de lo ínfimo de los costos financieros, las consecuencias económicas de la pandemia han forzado a diversos países vulnerables a declarar uno tras otro el default soberano (o dar señales de su inminencia). Para colmo, el principal acreedor de las economías emergentes con problemas de deuda (China) tiene poca experiencia sobre cómo manejar una cadena de impagos de deuda soberana.

El 13 de noviembre, Zambia se convirtió en el sexto país que este año incurre en cesación de pagos de sus bonos soberanos (a continuación de Argentina, Belice, Ecuador, Líbano y Surinam). Es probable que otros los sigan. Fitch Ratings ya da a 38 bonos soberanos una calificación B+ o inferior (donde B representa un riesgo «sustancial» de default).

En tanto, otros países están tratando de reestructurar sus deudas para evitar el impago. Por ejemplo, la deuda pública total de Kirguistán a fines de junio era 4700 millones de dólares, de los que 4100 millones se debían a acreedores externos, incluidos 1775 millones de dólares a China.

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