Los fuegos artificiales fraudulentos de China

El Presidente de China, Hu Jintao, está recorriendo África actualmente en busca de fuentes seguras y fiables de recursos naturales, pero también para promover el "ascenso pacífico" de China. Esas giras van destinadas a avisar de que China está ascendiendo en el escenario mundial y también a mostrarla como una importante y respetable potencia mundial, pero a esa búsqueda del respeto internacional no contribuye precisamente su abrazo a naciones delincuentes como el Sudán, Venezuela y Birmania y mucho menos aún su progresiva y secreta expansión militar y su reciente aventura en el espacio ultraterrestre.

De hecho, cuando a mediados de enero el ejército chino disparó en secreto e imprudentemente un cohete al espacio ultraterrestre e hizo añicos uno de los envejecidos satélites de China, el Gobierno causó escándalo de Londres a Tokio pasando por Washington. Después de varios días de silencio ante la indiscutible evidencia del lanzamiento, los dirigentes chinos reconocieron de mala gana lo que China había hecho, pero afirmaron que el ensayo "no iba dirigido contra ningún país ni constituye una amenaza para país alguno".

Semejantes negaciones ya no resultan convincentes. En realidad, esa peligrosa e irresponsable acción es otra señal clara de que el ascenso de China como potencia mundial no ofrece garantías de que, una vez que se fortalezca, vaya a ser una nación pacífica. Contradice rotundamente las repetidas garantías de los dirigentes chinos de que el ascenso de China sólo aportará "armonía" y paz a la comunidad internacional.

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