US President-elect Joe Biden may have promised a “return to normalcy,” but the truth is that there is no going back. The world is changing in fundamental ways, and the actions the world takes in the next few years will be critical to lay the groundwork for a sustainable, secure, and prosperous future.
For more than 25 years, Project Syndicate has been guided by a simple credo: All people deserve access to a broad range of views by the world’s foremost leaders and thinkers on the issues, events, and forces shaping their lives. At a time of unprecedented uncertainty, that mission is more important than ever – and we remain committed to fulfilling it.
But there is no doubt that we, like so many other media organizations nowadays, are under growing strain. If you are in a position to support us, please subscribe now.
As a subscriber, you will enjoy unlimited access to our On Point suite of long reads and book reviews, Say More contributor interviews, The Year Ahead magazine, the full PS archive, and much more. You will also directly support our mission of delivering the highest-quality commentary on the world's most pressing issues to as wide an audience as possible.
By helping us to build a truly open world of ideas, every PS subscriber makes a real difference. Thank you.
El éxito de China desde que iniciara su transición a una economía de mercado se ha basado en estrategias y políticas flexibles: a medida que se soluciona cada conjunto de problemas, surgen otros nuevos para los que es necesario idear nuevas políticas y estrategias. Este proceso incluye una innovación social . China logró reconocer que no podía sencillamente transferir instituciones económicas que habían funcionado en otros países; al menos, lo que había funcionado en otras partes del planeta debía adaptarse a los problemas específicos que la nación enfrentaba.
Hoy China debate un “nuevo modelo económico”. Por supuesto, el modelo económico antiguo ha sido un éxito resonante, generando casi un 10% de crecimiento anual a lo largo de 30 años y sacando de la pobreza a cientos de millones de chinos. Los cambios son evidentes no sólo en las estadísticas, sino aún más en los rostros de la gente con que uno se cruza al recorrer diferentes zonas del país.
Hace poco visité una remota aldea Dong en las montañas de Quizho, una de las provincias más pobres de China, a kilómetros del camino pavimentado más cercano; sin embargo, tenía electricidad, y con ella no sólo había llegado la televisión, sino también la Internet. Si bien parte del aumento de los ingresos correspondía a remesas enviadas por miembros de la familia que habían migrado a ciudades de la costa, los campesinos también disfrutaban de una mejor situación, con nuevas cosechas y mejores semillas: el gobierno les vendía a crédito semillas de alta calidad con un índice garantizado de germinación.
We hope you're enjoying Project Syndicate.
To continue reading, subscribe now.
Subscribe
orRegister for FREE to access two premium articles per month.
Register
Already have an account? Log in