HONG KONG – Desde que en un discurso del pasado octubre el fundador de Alibaba, Jack Ma, criticó la normativa financiera china, una tormenta regulatoria se abatió sobre todo el sector financiero y comercial electrónico del país. La Bolsa de Shanghai suspendió (apenas dos días antes del inicio previsto) la oferta pública inicial de las acciones del conglomerado fintech Ant Group (una filial de Alibaba), a lo que siguió el lanzamiento de una intensa campaña regulatoria sobre las megatecnológicas chinas. Aunque al parecer Ma formuló sus declaraciones sin ninguna intencionalidad, la lógica de la política burocrática china hizo inevitable el fracaso de la salida a bolsa de Ant.
Como explico en mi nuevo libro, en la burocracia china el poder está fragmentado entre los diferentes ministerios centrales y niveles de gobierno, de modo que la misión y los objetivos de cada departamento determinan su postura en materia de regulación.
Hasta hace unos años, la regulación del sistema financiero en China se basaba en una estructura denominada «un banco y tres comisiones». El banco central (Banco Popular de China, BPC) se encargaba de la política monetaria y de la regulación macroprudencial, mientras que organismos regulatorios separados para la banca y la industria aseguradora, junto con la Comisión de Valores de China (CSRC), supervisaban sus respectivos sectores. Pero existía entre estas instituciones una superposición de funciones y una falta de coordinación que permitían a empresas no financieras buscar oportunidades de arbitraje regulatorio, tal como dejaron en claro las repercusiones de escándalos financieros que implicaron a los conglomerados Anbang y Tomorrow.
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Hasta hace unos años, la regulación del sistema financiero en China se basaba en una estructura denominada «un banco y tres comisiones». El banco central (Banco Popular de China, BPC) se encargaba de la política monetaria y de la regulación macroprudencial, mientras que organismos regulatorios separados para la banca y la industria aseguradora, junto con la Comisión de Valores de China (CSRC), supervisaban sus respectivos sectores. Pero existía entre estas instituciones una superposición de funciones y una falta de coordinación que permitían a empresas no financieras buscar oportunidades de arbitraje regulatorio, tal como dejaron en claro las repercusiones de escándalos financieros que implicaron a los conglomerados Anbang y Tomorrow.
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