palacio143_ATTA KENAREAFP via Getty Images_iransaudiarabiachina Atta Kenare/AFP via Getty Images

Xi de Arabia

MADRID – No hay imagen que mejor refleje el panorama fluido de Oriente Medio que el apretón de manos en Pekín entre Alí Shamjani, secretario del consejo de seguridad iraní, y Musaad bin Mohammed Al Aiban, ministro de estado de Arabia Saudita, oficiado por un sonriente Wang Yi (alto mandatario de la diplomacia china). Celebraban un acuerdo mediado por China que restaura la relación diplomática entre el gobierno de los Ayatolás y el Reino Saudí. Lo relevante, sin embargo, es que retrata la consolidación de China como mediador en asuntos globales y subraya la pérdida de peso de los Estados Unidos en la región.

El acuerdo sorpresa fue, en gran medida, fruto de la necesidad. Para Irán, que lleva mucho tiempo aislado por las sanciones estadounidenses, la distensión representa un vital salvavidas económico en un momento de creciente descontento popular. A Arabia Saudita le ofrece la posibilidad de un descanso de la devastadora guerra que viene librando en Yemén, que indirectamente es contra Irán.

Pero, aunque ambas partes tenían motivos para buscar un acercamiento, fue China la que lo hizo posible. Tras décadas de seguir el consejo de Deng Xiaoping de «ocultar la fuerza, esperar el momento, y jamás ejercer liderazgo», China traduce en su actuación que ha llegado el momento de pasar a primer plano en la escena internacional.

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