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El trauma prevenible del parto COVID

LONDRES – “El bebé está muerto. No podemos ayudarte aquí”. Cuando escuchó esas palabras devastadoras, la embarazada Yasmelis Casanova ya había soportado un largo y doloroso recorrido, pasando por múltiples puestos de control COVID-19, hasta llegar al hospital en Caracas, Venezuela. Sangró durante horas sin tratamiento. Cuando los médicos de un segundo hospital finalmente la operaron, le quitaron los ovarios sin su consentimiento previo. Luego, se tuvo que quedar 20 días internada allí, casi completamente sola, ya que a causa de las restricciones por el COVID-19, las visitas estaban prohibidas.

La infraestructura de salud de Venezuela se estaba desmoronando mucho antes de la pandemia, pero la crisis del COVID-19 la ha llevado al punto del colapso. Muchas mujeres que en la actualidad atraviesan emergencias obstétricas luchan por llegar a los hospitales, sin ni siquiera llegar a mencionar la lucha que deben librar por tener acceso a una atención adecuada. Sin embargo, estos fracasos se pueden evidenciar mucho más allá de Venezuela, tanto en países ricos como pobres.

El mes pasado openDemocracy dio a conocer los resultados de una investigación a nivel mundial sobre la atención que se presta a las mujeres en el parto durante la pandemia COVID-19. En 45 países – desde Canadá hasta Camerún, desde el Reino Unido hasta Ecuador –  encontramos lo que doctores y abogados describen como violaciones “estremecedoras” e “innecesarias” de las leyes y las directrices de la Organización Mundial de la Salud que están destinadas a proteger a las mujeres y los bebés durante la pandemia.

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