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El problema de la política monetaria “verde”

FRÁNCFORT – Tal como muestra un nuevo y alarmante informe de las Naciones Unidas, el cambio climático es probablemente el mayor desafío de nuestro tiempo. Sin embargo, ¿deberían los bancos centrales preocuparse también por el tema? Si la respuesta es afirmativa, ¿qué deberían hacer ellos al respecto?

Los representantes de los bancos centrales que sí decidan pronunciar discursos públicos sobre el cambio climático no pueden negar la magnitud y el alcance del problema, ya que hacerlo sería arriesgar su propia credibilidad. Sin embargo, lo mismo es cierto cuando los banqueros centrales se sienten obligados a intercambiar criterios con respecto a la distribución del ingreso y la riqueza, el aumento de las tasas de criminalidad o cualquier otro tema digno de interés periodístico. Cuanto más se centre la estrategia de comunicación de los bancos centrales en lograr que dichos bancos sean “populares” a los ojos del público, mayor será la tentación de abordar temas que están fuera de sus principales competencias.

Más allá de comunicarse con el público, la pregunta es, por supuesto, si los bancos centrales deben intentar tomar en cuenta consideraciones medioambientales a la hora de dar forma a la política monetaria. Obviamente, el cambio climático y las políticas gubernamentales correspondientes en respuesta al mismo pueden tener poderosos efectos en el desarrollo económico. Estas consecuencias se reflejan en todo tipo de variables (crecimiento, inflación, niveles de empleo), mismas que a su vez afectarán los pronósticos de los bancos centrales e influirán sobre las decisiones de política monetaria.

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