¿Podrá Minsk 2.0 salvar a Ucrania?

KIEV – El nuevo cese el fuego para Ucrania se firmó en Minsk casi un año después de que tropas rusas, con las caras enmascaradas y sin sus insignias militares, invadieran a Crimea. Entretanto, miles de ucranianos han sido muertos y centenares de miles más han quedado convertidos en refugiados en su propios país. El Presidente de Rusia, Vladimir Putin, decidido a restablecer por la fuerza la esfera de influencia de la que en tiempos disfrutaba el imperio ruso o soviético, ha destrozado las normas que garantizaban la paz en Europa –y, de hecho, en gran parte del mundo– para tres generaciones.

Mientras Rusia se lanzaba a intentar subordinar a Ucrania, yo estaba en la cárcel y abrigaba pocas esperanzas de recuperar jamás la libertad. El régimen del ex Presidente Viktor Yanukóvich bailaba al son del Kremlin y mi encierro se acabó sólo gracias a la valentía de los millones de ucranianos que pidieron su destitución. Sin embargo, la libertad me ha dejado un regusto amargo, porque mi encarcelamiento concluyó precisamente cuando comenzó la guerra contra mi país.

Ahora, después de un año de salvajismo, sabotajes y mendacidad que no se habían visto en semejante grado desde el dominio nazi de Europa, los dirigentes de Francia, Alemania, Rusia y Ucrania han acordado una nueva hoja de ruta hacia la paz para nuestro país. Debo abrigar la esperanza –contra toda esperanza– de que el acuerdo logrado en Minsk, a diferencia del anterior acuerdo firmado allí en septiembre de 2014, dé resultado. La población de Donbas, aún bombardeada y asediada por tropas rusas y sus cómplices locales, merece un regreso a la normalidad.

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