BERLÍN – Finalmente Europa da señales de estar saliendo de su prolongada crisis económica, pero el continente sigue agitado. Por cada motivo de optimismo siempre parece haber una nueva causa de preocupación.
En junio de 2016 una escasa mayoría de votantes británicos eligió la nostalgia por el siglo diecinueve por sobre lo que les pudiera prometer el siglo veintiuno. Decidieron saltar al precipicio en nombre de su “soberanía” y hay bastantes evidencias sugieren que les espera un aterrizaje forzoso. Los cínicos podrían hacer la observación de que será necesaria una “soberanía” en buenas condiciones para amortiguar el golpe.
En España, el gobierno de la región autónoma de Cataluña ahora pide soberanía también, aunque el actual gobierno nacional no está enjuiciando, encarcelando, torturando ni ejecutando al pueblo catalán, como lo hiciera la dictadura del Generalísimo Francisco Franco. España es una democracia estable y miembro de la Unión Europea, la eurozona y la OTAN. Durante décadas ha mantenido el estado de derecho de acuerdo a una constitución democrática negociada por todas las partes y regiones, incluida Cataluña.
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What frequently seals the fate of independence movements is the response of third countries. And it is all but unimaginable that any European country would see any political advantage in facilitating Catalonia’s independence, which would alienate a key EU member and boost myriad nationalist movements across the EU and in nearby states.
describes the insuperable obstacles that will stifle the regional government's drive for statehood.
For decades, US policymakers have preferred piecemeal tactical actions, while the Chinese government has consistently taken a more strategic approach. This mismatch is the reason why Huawei, to the shock of sanctions-focused American officials, was able to make a processor breakthrough in its flagship smartphone.
warns that short-termism will never be enough to offset the long-term benefits of strategic thinking.
With a democratic recession underway in many countries, one now commonly hears talk of democratic “backsliding” on a global scale. But not only is that term misleading; it also breeds fatalism, diverting our attention from potential paths out of the new authoritarianism.
thinks the language commonly used to describe the shift toward authoritarianism is hampering solutions.
Ashoka Mody
explains the roots of the lack of accountability in India, highlights shortcomings in human capital and gender equality, casts doubt on the country’s ability to assume a Chinese-style role in manufacturing, and more.
BERLÍN – Finalmente Europa da señales de estar saliendo de su prolongada crisis económica, pero el continente sigue agitado. Por cada motivo de optimismo siempre parece haber una nueva causa de preocupación.
En junio de 2016 una escasa mayoría de votantes británicos eligió la nostalgia por el siglo diecinueve por sobre lo que les pudiera prometer el siglo veintiuno. Decidieron saltar al precipicio en nombre de su “soberanía” y hay bastantes evidencias sugieren que les espera un aterrizaje forzoso. Los cínicos podrían hacer la observación de que será necesaria una “soberanía” en buenas condiciones para amortiguar el golpe.
En España, el gobierno de la región autónoma de Cataluña ahora pide soberanía también, aunque el actual gobierno nacional no está enjuiciando, encarcelando, torturando ni ejecutando al pueblo catalán, como lo hiciera la dictadura del Generalísimo Francisco Franco. España es una democracia estable y miembro de la Unión Europea, la eurozona y la OTAN. Durante décadas ha mantenido el estado de derecho de acuerdo a una constitución democrática negociada por todas las partes y regiones, incluida Cataluña.
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