Spanish prime minister Pablo Blazquez Dominguez/Getty Images

La mediación internacional no es solución para Cataluña

MADRID – El pasado 10 de octubre, el presidente separatista de Cataluña, Carles Puigdemont, compareció en el Parlament para proclamar lo que muchos esperaban fuera una declaración unilateral de independencia. Pero finalmente su discurso no hizo sino eludir la cuestión. Pese a afirmar que asumía "el mandato del pueblo de que Cataluña se convierta en un estado independiente en forma de república", propuso que "el Parlamento suspenda los efectos de la declaración de independencia" para emprender un diálogo en las próximas semanas.

Su actuación dejó en el aire más preguntas que respuestas, pero eso es exactamente lo que perseguía. Puigdemont no se dirigía a los manifestantes de las calles de Barcelona, ni a los ciudadanos españoles en general, sino que lo hacía a la comunidad internacional. Como sus compañeros separatistas, Puigdemont sabe que la única posibilidad de que el movimiento independentista que encabeza prospere, reside en su internacionalización.

Desde que el pasado 1 de octubre el gobierno autonómico de Cataluña celebrase un referéndum ilegal para la independencia, los líderes separatistas y sus simpatizantes han apelado en reiteradas ocasiones a la mediación internacional para solucionar su enfrentamiento con el Gobierno español. El objetivo, como ilustró el discurso de Puigdemont, es presentar una Cataluña magnánima, para ganar el favor de medios y observadores extranjeros.       

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