Pro-unity demonstration in Barcelona SOPA Images/Getty Images

Disquisición española

GOTEMBURGO – Es posible que en pocos días el parlamento regional catalán declare la independencia de Cataluña, tras 500 años de historia común con España. Pocas horas después, el gobierno español tal vez responda con el envío de miles de policías para detener a la cúpula del gobierno catalán, lo que pondría fin a 40 años de próspero autogobierno. Y muchos catalanes podrían salir a las calles e iniciar una revuelta, con temibles consecuencias.

A primera vista, la idea de España sumida en el caos es desconcertante. El país está catalogado como una de las democracias que mejor funcionan en el mundo, por delante de Francia, Italia y Estados Unidos, según algunos indicadores. Y es uno de los destinos favoritos de inversores y turistas de todo el mundo. Para quien haya paseado por las esplendorosas y encantadoras calles de Barcelona, la posibilidad de que allí se produzcan enfrentamientos violentos parece tan improbable como ver un gorila en los bosques de la Columbia británica.

Sin embargo, no se puede descartar una confrontación física entre las autoridades españolas y las fuerzas insurreccionales catalanas, a menos que los principales actores cambien su curso de acción. Y ninguno de ellos tiene incentivos para hacerlo. Como James Dean y Buzz en “Rebelde sin causa”, los gobiernos español y catalán corren a toda velocidad hacia un acantilado, y ambos esperan que el otro sea el primero en saltar del auto.

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