La última oportunidad de Bush

Si bien su razón de ser fue la necesidad de diseñar una estrategia de salida del atolladero iraquí, el sombrío informe del Grupo de Estudio sobre Irak es una descripción devastadora de toda la política exterior de la administración Bush. El informe refuta los principios medulares de una administración impulsada por la fe y de un presidente cuyo evangelio político lo llevó a un marcado alejamiento de la cultura de resolución de conflictos hacia una cruzada basada en el poder brutal.

Una guerra que no se puede terminar a veces es peor que una guerra que se pierde. Por lo tanto, el informe sobre Irak es más que un plan para rescatar a Irak; es un mapa de ruta para liberar a Estados Unidos del caos de una guerra imposible de ganar. A pesar de todo lo que el grupo de estudio eludió las recomendaciones para un retiro precipitado y evitó los cronogramas estrictos para un retiro de tropas, su informe no es sólo un repudio inequívoco de la obsesión de Bush de “mantener el curso”, sino también un consejo para dejar todo y huir.

Por cierto, no existe ninguna posibilidad realista de que el ejército y la policía iraquí vayan a poder asumir responsabilidades de combate y emprender políticas efectivas en lo inmediato. Todo el aparato de seguridad en Irak es corrupto y está infiltrado por los insurgentes. Tampoco es del todo claro hasta qué punto los iraquíes aún tienen interés en un estado iraquí unido por el que valga la pena luchar. El informe prácticamente hace un llamamiento a poner fin a todo el apoyo al gobierno iraquí si éste no asume sus responsabilidades.

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