La agonía de Birmania

Mientras sigue aumentando la cantidad de muertos como consecuencia del ciclón que azotó a una zona densamente poblada de Birmania, desde el delta Irrawaddy hasta la capital, Rangoon, la dictadura militar del país está presionando con esfuerzos por consolidar su poder. Los líderes de la junta hicieron poco para facilitar los esfuerzos de recuperación después del desastre. De hecho, anunciaron sus intenciones de avanzar con la realización de un referendo nacional programado para el sábado para aprobar una nueva constitución que, esperan, afianzará su poder en las próximas décadas.

Los gobernantes de Birmania dijeron que la votación se postergará en las zonas más afectadas por el ciclón hasta el 24 de mayo, pero que el referendo seguirá adelante tal como estaba planeado en otras partes del país. Con esta medida, los líderes militares están poniendo su voto engañoso, destinado a afianzar su control represivo en el poder, por delante del bienestar del pueblo birmano.

Esto no debería causar sorpresa. Durante casi cinco décadas, los gobernantes militares de Birmania sistemáticamente socavaron los intereses de sus propios ciudadanos. En este último episodio, los medios de prensa controlados por la junta no anunciaron las advertencias sobre el ciclón que se avecinaba. La entrada del personal humanitario de las Naciones Unidas se ha visto demorada por la negativa por parte del gobierno a permitir el ingreso de los socorristas al país sin antes solicitar las visas correspondientes. Es más, los líderes militares se están tomando su tiempo para aligerar las restricciones a la importación de suministros humanitarios y permitir el ingreso al país de un equipo de supervisión de las Naciones Unidas.

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