LONDRES – Hoy en día, las palabras y acciones de Gran Bretaña en el escenario mundial están tan en desacuerdo con sus valores que uno debe preguntarse qué es lo que le sucede a este país. A partir del referéndum Brexit de junio del año 2016, la política exterior británica parece haber colapsado – e incluso haber renegado de su pasado y sus ideas rectoras.
Peor aún, esto ha coincidido con la aparición de la errática administración del presidente estadounidense Donald Trump, que persigue objetivos que están completamente desvinculados de los de Gran Bretaña – y, de aquellos de Europa en general. El abandono del acuerdo nuclear con Irán por parte de Trump, combinado con la beligerancia en ascenso del presidente ruso Vladimir Putin y las ambiciones crecientes del presidente chino Xi Jinping, indican que el mundo está entrando en una fase que, de manera constante y creciente, es más conflictiva y peligrosa.
La evidente falta de química personal entre Trump y la primera ministra británica Theresa May – y la anglofobia de su nuevo asesor de seguridad nacional, John Bolton – garantizaron que el presente momento nunca llegue a ser el mejor para el Reino Unido. Pero, tampoco es de ayuda que generaciones de políticos británicos expertos en política exterior se hayan considerado a sí mismos como antiguos griegos que estaban frente a una Roma estadounidense. Para un británico como yo, esta analogía siempre parecía encerrar demasiada confianza. Al haber vivido en Estados Unidos, pude guardar sospechas sobre que los líderes estadounidenses no prestaban atención a los consejos de los diplomáticos británicos en la gran medida que a dichos diplomáticos les gustaba pensar que lo hacían.
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At the end of European Communism, there was a widespread, euphoric hope that freedom and democracy would bring a better life; eventually, though, many lost that hope. The problem, under both Communism and the new liberal dispensation, was that those pursuing grand social projects had embraced ideology instead of philosophy.
considers what an Albanian Marxist philosopher can tell us about liberty in today's world.
For the US, Slovakia's general election may produce another unreliable allied government. But instead of turning a blind eye to such allies, as President Joe Biden has been doing with Poland, or confronting them with an uncompromising stance, the US should spearhead efforts to help mend flawed democracies.
reflect on the outcome of Slovakia's general election in the run-up to Poland's decisive vote.
LONDRES – Hoy en día, las palabras y acciones de Gran Bretaña en el escenario mundial están tan en desacuerdo con sus valores que uno debe preguntarse qué es lo que le sucede a este país. A partir del referéndum Brexit de junio del año 2016, la política exterior británica parece haber colapsado – e incluso haber renegado de su pasado y sus ideas rectoras.
Peor aún, esto ha coincidido con la aparición de la errática administración del presidente estadounidense Donald Trump, que persigue objetivos que están completamente desvinculados de los de Gran Bretaña – y, de aquellos de Europa en general. El abandono del acuerdo nuclear con Irán por parte de Trump, combinado con la beligerancia en ascenso del presidente ruso Vladimir Putin y las ambiciones crecientes del presidente chino Xi Jinping, indican que el mundo está entrando en una fase que, de manera constante y creciente, es más conflictiva y peligrosa.
La evidente falta de química personal entre Trump y la primera ministra británica Theresa May – y la anglofobia de su nuevo asesor de seguridad nacional, John Bolton – garantizaron que el presente momento nunca llegue a ser el mejor para el Reino Unido. Pero, tampoco es de ayuda que generaciones de políticos británicos expertos en política exterior se hayan considerado a sí mismos como antiguos griegos que estaban frente a una Roma estadounidense. Para un británico como yo, esta analogía siempre parecía encerrar demasiada confianza. Al haber vivido en Estados Unidos, pude guardar sospechas sobre que los líderes estadounidenses no prestaban atención a los consejos de los diplomáticos británicos en la gran medida que a dichos diplomáticos les gustaba pensar que lo hacían.
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