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Poner al descubierto a los estafadores del Brexit

PARÍS – A fines de mayo, el Tribunal de los Magistrados de Westminster decidió acoger una demanda entablada por el activista Marcus Ball, en que este acusaba a Boris Johnson, el ex secretario británico de asuntos exteriores que hoy lidera la carrera por suceder a Theresa May como primer ministro, de mentir en la campaña del referendo del Brexit en 2016. Sin embargo, el Alto Tribunal de Londres revirtió esa decisión y anuló la citación que habría obligado a Johnson a testificar en público sobre esa campaña.

Es una decisión lamentable. Una audiencia pública habría sido muy bienvenida, por dos razones. Había expuesto las mentiras de los partidarios del Brexit, que siempre me han parecido el mejor argumento de quienes desean detenerlo. Y, en términos más generales, habría puesto en evidencia el peligro que tales mentiras pueden significar para una democracia.

Por supuesto, el Reino Unido debería tener la libertad de escoger convertirse en la “pequeña Inglaterra” (Little England) de nuevo. Después de todo, los pueblos tienen tanto derecho a suicidarse como las personas, pero con una condición: que la decisión sea informada, deliberada y adoptada libremente. Nadie debería tomarla como resultado de acoso o instigación, delito que en el caso del verdadero suicidio está sujeto a severos castigos.

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