El problema entre Japón y Obama

TOKIO – Cuando el mes pasado el primer ministro japonés, Shinzo Abe, visitó el polémico santuario Yasukuni en Tokio, los líderes chinos, previsiblemente, condenaron la decisión de honrar a los responsables de “la guerra de agresión contra China”. Pero la visita de Abe al santuario también fue un mensaje dirigido al principal aliado y protector de Japón: Estados Unidos. Cada vez más urgido por la renuencia del presidente de Estados Unidos, Barack Obama, a cuestionar los ensayos militares de China y sus ambiciones territoriales en Asia (de lo que da testimonio la reciente discrepancia entre Japón y Estados Unidos por la nueva “zona de identificación aérea” creada por China), Abe consideró necesario informar a ambos países que la autocontención no puede ser unilateral.

Para China y para Corea del Sur, el hecho de que el santuario Yasukuni incluya a catorce criminales de guerra clase A ejecutados después de la Segunda Guerra Mundial lo convierte en un símbolo elocuente del militarismo japonés de preguerra. Abe se abstuvo por mucho tiempo de visitar el santuario (tampoco fue allí durante su anterior período como primer ministro). Es muy probable que hubiera mantenido esa actitud si China no hubiera creado la zona de identificación aérea, que deja sentado un nuevo y ominoso precedente, al usurpar espacio aéreo internacional sobre el mar de China Oriental, incluidas áreas que China no controla. (Parece que Abe no tuvo en cuenta la posibilidad de que su peregrinación a Yasukuni le resultara útil a China, al profundizar las divisiones entre Corea del Sur y Japón.)

El gobierno de Obama venía presionando a Abe para que no agravara las tensiones regionales con una visita a Yasukuni, y el vicepresidente Joe Biden reiteró el pedido durante una escala que hizo hace poco en Tokio en medio de un viaje a Beijing. De hecho, la gira de Biden profundizó las inquietudes de Japón por su seguridad, porque dejó de manifiesto el interés de Estados Unidos en equilibrar sus relaciones en Asia Oriental, incluso si ello supone tolerar a una China expansionista como equivalente en términos estratégicos a su aliado Japón.

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