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Las decisiones difíciles del Reino Unido en torno al Brexit ya han llegado

LONDREN – Desde que el Reino Unidos dejara la Unión Europea, las relaciones con sus vecinos del continente no han hecho más que agriarse. En ambos lados, una mezcla tóxica de desconfianza y nacionalismo permea cada vez más casi todos los temas contenciosos.

Por el lado de la UE, la Comisión Europea y varios estados miembros han tenido un manejo lamentable del despliegue del programa de vacunación contra el COVID-19 en los países del bloque. La UE ha dirigido sus amenazas de proteccionismo de vacunas principalmente contra el Reino Unido, cuya campaña hasta ahora ha ido razonablemente bien, mientras algunos gobiernos europeos individuales han criticado, con efectos perjudiciales, la eficacia de la vacuna de Oxford-AstraZeneca.

Las quejas sobre la vacuna, desarrollada por prestigiosos expertos de la Universidad de Oxford, pasan por alto las evidencias científicas objetivas, con lo que inevitablemente surgen sospechas de un sentimiento antibritánico. Más aún, han hecho que algunos europeos no deseen recibirla y avivado las suspicacias antivacunas en términos más generales, con lo que no hacen más que causar muertes por COVID-19 completamente evitables. Muchos gobiernos europeos demoraron demasiado en recuperar el sentido común y reiniciar sus despliegues de la vacuna con el total respaldo de las entidades reguladoras sanitarias.

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