CAMBRIDGE – Imagine que va conduciendo por un camino y llega a una bifurcación. No está seguro hacia dónde ir, así que gira a la derecha. Después de un rato, el camino pasa de pavimentado a tierra, se llena de baches y se vuelve empinado. La primera cosa que le viene a la cabeza es que debería haber girado a la izquierda. Pero, a decir verdad, usted no sabe si eso lo habría llevado a una calle ciega. Así es como muchos -dentro y fuera de Venezuela- se sienten sobre el país hoy.
Después de todo, la estrategia de máxima presión a la dictadura del ex presidente norteamericano Donald Trump, reflejada en infinidad de sanciones impuestas al país, ni restablecieron la democracia ni resolvieron la catastrófica crisis económica y humanitaria del país. Según el Fondo Monetario Internacional, el PIB de Venezuela en 2020 cayó más de 75% por debajo de su nivel en 2013 –un colapso sin precedentes a nivel global en tiempos de paz (y peor que el impacto de la mayoría de las guerras)-. No es ninguna sorpresa que más de cinco millones de personas, alrededor del 15% de la población, hayan abandonado el país desde 2015.
Con Trump fuera de la presidencia, la administración del presidente Joe Biden ha anunciado una política exterior centrada en torno de la defensa de la democracia. ¿Cómo debería lidiar con Venezuela, considerando que los esfuerzos anteriores para restablecer la democracia y la prosperidad no han dado resultados?
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To prevent catastrophic climate change and accelerate the global transition to a net-zero economy, policymakers and asset owners urgently need to rethink how we channel capital at scale. The key is to develop new financial instruments that are profitable, liquid, and easily accessible to savers and investors globally.
explain what it will take to channel private capital and savings toward sustainable development.
Whatever stories Americans are told about the strength of the economy under President Joe Biden, they are not going to be persuaded to look past the issue of their own living standards. For most Americans, these have declined somewhat as price increases have outpaced wage growth.
thinks the failure of wages to keep up with inflation explains much of the public’s dour mood.
CAMBRIDGE – Imagine que va conduciendo por un camino y llega a una bifurcación. No está seguro hacia dónde ir, así que gira a la derecha. Después de un rato, el camino pasa de pavimentado a tierra, se llena de baches y se vuelve empinado. La primera cosa que le viene a la cabeza es que debería haber girado a la izquierda. Pero, a decir verdad, usted no sabe si eso lo habría llevado a una calle ciega. Así es como muchos -dentro y fuera de Venezuela- se sienten sobre el país hoy.
Después de todo, la estrategia de máxima presión a la dictadura del ex presidente norteamericano Donald Trump, reflejada en infinidad de sanciones impuestas al país, ni restablecieron la democracia ni resolvieron la catastrófica crisis económica y humanitaria del país. Según el Fondo Monetario Internacional, el PIB de Venezuela en 2020 cayó más de 75% por debajo de su nivel en 2013 –un colapso sin precedentes a nivel global en tiempos de paz (y peor que el impacto de la mayoría de las guerras)-. No es ninguna sorpresa que más de cinco millones de personas, alrededor del 15% de la población, hayan abandonado el país desde 2015.
Con Trump fuera de la presidencia, la administración del presidente Joe Biden ha anunciado una política exterior centrada en torno de la defensa de la democracia. ¿Cómo debería lidiar con Venezuela, considerando que los esfuerzos anteriores para restablecer la democracia y la prosperidad no han dado resultados?
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