Anne-Marie Slaughter, a former director of policy planning in the US State Department, is CEO of the think tank New America, a fellow at the American Academy in Berlin, Professor Emerita of Politics and International Affairs at Princeton University, and the author of Renewal: From Crisis to Transformation in Our Lives, Work, and Politics (Princeton University Press, 2021).
WASHINGTON DC – En su discurso sobre el Estado de la Unión de 2022, el presidente estadounidense Joe Biden acusó al presidente ruso Vladímir Putin de intentar «sacudir los propios cimientos del mundo libre» con la invasión de Ucrania, que había ocurrido seis días antes. Putin creía que su ataque «premeditado y sin provocación alguna» enfrentaría poca resistencia, pero, afirmó Biden, «el mundo libre lo está obligando a rendir cuentas».
En su próximo discurso sobre el Estado de la Unión, el 7 de febrero, lo más probable es que Biden promocione todo lo que el «mundo libre» siguió haciendo para apoyar a Ucrania —y castigar a Putin— durante este último año. Los países de la OTAN y sus socios en todo el planeta entregaron una enorme cantidad de armas y otros suministros a los combatientes ucranianos, al tiempo que absorbían la llegada de millones de sus refugiados. Esos mismos países mantuvieron, e incluso aumentaron, las sanciones a Rusia mientras buscaban la manera de apoyar a quienes hacían lo posible por desengancharse cuanto antes de los suministros energéticos rusos.
El orgullo de Biden por la respuesta de su gobierno frente a la agresión rusa —que pronto incluirá la entrega de tanques Abrams M1 a Ucrania— está justificado. Impresiona en particular su determinación para revigorizar alianzas y asociaciones, y cooperar estrechamente en todas las decisiones importantes.
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