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¿Biden cometerá un error histórico en la Fed?

BERKELEY – En 1987, Alan Greenspan fue nombrado por el presidente republicano Ronald Reagan para presidir la Junta de Gobernadores de la Reserva Federal de Estados Unidos, en reemplazo de Paul Volcker. Ocho años después, al presidente Bill Clinton, un demócrata, lo impresionó la determinación de Greenspan de usar la política monetaria para compensar el saneamiento fiscal de su gobierno. Esto impidió que el crecimiento se frenara en los años 1990, y Greenspan lo hizo a pesar de la oposición partidaria de los republicanos que lo acusaban de implementar una política monetaria demasiado laxa. En 1996, Clinton volvió a nombrar a Greenspan para un tercer mandato y luego para un cuarto período en el año 2000.

Pero la política de Greenspan de alimentar la (sumamente beneficiosa) burbuja puntocom de los años 1990 resultó ser la última vez que actuaría con coraje, sabiduría y de una manera no partidaria. En los años 2000, antepuso la lealtad partidaria, respaldando los recortes impositivos de 2001 y 2003 del presidente republicano George W. Bush aunque, evidentemente, los consideraba una política errada.

Cuando el gobernador de la Fed Edward Gramlich advirtió que las hipotecas, los derivados y los derivados hipotecarios exigían un escrutinio y una regulación mucho más estrechos, Greenspan rechazó este argumento e insistió en que no le correspondía a él interponerse entre los prestadores que quieren prestarles a compradores de viviendas que quieren endeudarse. Todo esto sin importar que esta filosofía macroprudencial estaba en franca contradicción con la que había articulado ilustremente su antecesor William McChesney Martin, quien en 1955 explicó que el trabajo del presidente de la Fed consiste en retirar la ponchera antes de que la fiesta se descontrole, aunque probablemente los asistentes a la fiesta protesten.

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