abboud1_ ANWAR AMROAFP via Getty Images_beirut port fire Anwar Amro/AFP via Getty Images

Hay que salvar a Beirut

BEIRUT – Durante miles de años el Líbano ha sido el punto de reunión de distintas culturas y pueblos, y víctima de luchas regionales de poder que han impedido una paz duradera. Sin embargo, incluso durante la prolongada guerra civil del país (1975-90), su capital, Beirut, se las arregló para mantener una cultura abierta. Como bastión de medios de comunicación libres, foros literarios creativos e instituciones académicas de renombre, es la perla de Oriente Medio.

Pero las heridas históricas no sanan fácilmente; a pesar de haber adoptado una nueva constitución y lograr una renovación nacional después de la guerra, el sistema político libanés siguió plagado por la corrupción y dejó al Estado debilitado y a la economía en una situación disfuncional. Mientras el país tropezaba de una crisis a otra, sus líderes no intentaron cambiar de rumbo, alimentando el descontento generalizado.

El 17 de octubre de 2019, los ciudadanos libaneses salieron a las calles en todo el país para denunciar a la clase política y exigir las reformas institucionales y económicas radicales que el país necesita desesperadamente, pero no se trató de una «primavera libanesa». Los reclamos fueron ignorados y el Líbano, al igual que el resto del mundo, pronto se encontró combatiendo la pandemia de la COVID-19. Durante gran parte de este año la obligación de mantener la distancia social contuvo las movilizaciones populares.

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